viernes, 3 de junio de 2016



Yo vivo muriendo. Tras un quizás. Acepto que todo falle ahí afuera. Y es que yo sí que sé complicarme. Lo cierto es que no pido un rescate. Gozo de mi desvío. En el que me encuentro más muerta que viva. Pura adrenalina. Sí es que yo vivo a tientas. Pero con las prisas que lleva el diablo. Y lo mío es una caja de Pandora. Mi bendita puta locura por apostarlo todo. Sedaví al alba. Le digo a la muerte. Y lo cierto es que me sabe agria esta vida con el dulce dulzor de las letras. Pues son mi jaque mate. Los versos del Rap. El swing. El tune o la melodía. Te juro. Que sonrío. Que respiro. Que no llevo soga al cuello. O K23 en la sien. Esperando a un despiste. En verdad, presumo. Alguien debe de quererme por ahí arriba. Ahora comprendo el juego.



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Lo cierto es que soy un desastre. Un libro sin prólogo. Las páginas. El verso obsidiano. Aquel que corrompe con la rima consonante. Soy un cúmulo de fracasos. La pasión de la mediocridad. La humilde pretensión del amor sincero. El tedio o la frustración del delincuente que huye de la realidad. Aquella que golpea a cada paso. Y es que nunca fui más que letras en caos constante. Una revolución. Lo mío es batalla, un juego genuino. Por eso nunca levanto bandera blanca. Pues no controlo mis ganas. Por vivir. Nadar hacia la orilla aunque ahogue la presión.


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Mi rima es más atenta

desde que encontré la calma

bailo a cada verso

el pasado ya no aprieta

para que inspiración ahogue

pues mi vida entera es una poesía

dulce libertad

la

dolce vita

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